La historia de Domingo Vega Urzúa puede ser la de cualquier otro. Ariqueño que mordió el polvo en la consolidación de un oficio que nunca buscó, sino que lo busco a él. Repito, la historia de Domingo Johnny Vega Urzúa puede ser la de cualquier otro. Pero no cualquiera es... AMÉRICO.

Mauricio Jürgensen es nuestro guía en un relato que comienza en la puerta norte de Chile, que gracias a la insistencia de su manipulador padre y al ritmo de "Palabra de honor" de Luis Miguel (historia similar a la del Sol de México), el pequeño Mingo (como le dicen de cariño) le tomó el gusto a los escenarios y a esa droga adictiva que es el aplauso del respetable. Un talento que su padre uso, y abuso, en beneficio de esa joya en bruto y también para su propósito. Un talento que pavimento ese largo y tortuoso camino que fue convertirse en artista. Traumas que mellaron el alma del novato Américo, que lo hicieron cruzar un árido desierto, pero que constituyó la formación del carácter del artista y del animal que es en escenarios tan importantes como el Festival de Viña del Mar.

Insisto, nadie puede compararse con Américo, pero su historia hace que pongamos la pelota al piso, que analicemos las luces y sombras de nuestro gran exponente de la música popular. Un tipo que ha sabido reinventarse en el éxito, tocando otras teclas más allá de su cumbia o de la tecno cumbia cuando fue vocalista de "Alegría". Porque quien no aprendió a llorar, a quien no le ha pasado, Jürgensen construye un documento brillante de uno de nuestros baluartes de la música chilena.

Yo Soy Américo por Mauricio Jürgensen, es de EDICIONES B. Junio de 2018